Beisbol

Rickey Henderson, ahora roba bases en el campo de los sueños

Henderson

Henderson es leyenda

Por Carlos Torres Bujanda.-El mundo del béisbol despide a una de sus figuras más icónicas. Rickey Henderson, el maestro indiscutible de la velocidad en los senderos, ha fallecido este sábado 21 de diciembre a los 65 años, víctima de complicaciones derivadas de una neumonía. Aunque su ausencia física deja un vacío inmenso, su legado trasciende, convirtiéndolo en leyenda eterna.

Con una carrera de 25 años, Henderson acumuló logros que lo catapultaron a la élite del béisbol. Fue 10 veces All-Star, ganó tres premios Silver Slugger, se coronó dos veces campeón de la Serie Mundial y fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1990.

Henderson, el hombre del robo

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Conocido como el «Hombre del Robo», Henderson dejó marcas imborrables en la historia del béisbol. Posee el récord de mayor cantidad de bases robadas en su carrera, con 1,406, y el de más bases robadas en una temporada de la Era Moderna, con 130 en 1982. Lideró la Liga Americana en robos en 12 temporadas, dominando también las estadísticas generales de MLB en seis de esos años.

De sus 25 temporadas, 14 las jugó con los Atléticos de Oakland, pero su impacto también se sintió con equipos como los Yankees, Padres, Mets, Marineros, Medias Rojas, Azulejos, Ángeles y Dodgers. Su ingreso al Salón de la Fama en 2009 consolidó su lugar como uno de los más grandes de todos los tiempos.

Henderson y su paso por México

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Antes de convertirse en una superestrella de las Grandes Ligas, Rickey Henderson vivió una etapa clave en su formación como pelotero en la Liga Mexicana del Pacífico. Durante la temporada 1978-1979, con tan solo 19 años, Henderson jugó para los Mayos de Navojoa, en Sonora, tras haber disputado Doble A con los Atléticos de Oakland.

En México, Henderson pulió su técnica al enfrentarse a lanzadores que utilizaban con frecuencia bolas curvas, lo que le ayudó a perfeccionar su bateo. Como primer bate de los Mayos, cerró la temporada con un promedio de .257, anotó 22 carreras y robó 22 bases, dejando su marca en cada partido.

Henderson también fue clave en el campeonato logrado por los Mayos aquella temporada, cuando vencieron a los Naranjeros de Hermosillo, liderados por figuras como Ángel Moreno y Enrique Romo. Este triunfo les aseguró un lugar en la Serie del Caribe de 1979, celebrada en San Juan, Puerto Rico.

En el Clásico Caribeño, Henderson brilló con un promedio de bateo de .348, acumulando ocho hits y cuatro robos, consolidando su posición como uno de los jugadores más prometedores.

Ese mismo año, regresó a Estados Unidos para debutar en las Grandes Ligas, iniciando una carrera que lo convertiría en el mejor robador de bases en la historia del béisbol.

Rickey Henderson ya no está con nosotros, pero su legado sigue vivo, inspirando a generaciones y recordándonos que las grandes historias trascienden el tiempo y los límites del diamante.

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